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Espigar para crear.

“La gente ve pilas de trastos, yo veo pilas de posibilidades; cada objeto te da una dirección, cada uno es una línea, recogidos aquí y allá, espigados de verdad. El meollo del arte es ordenar el mundo interno y externo de cada uno.”
 Los espigadores y la espigadora. 
Agnes Varda.

La idea ha desarrollar para este proyecto ha sido la construcción a partir de objetos encontrados, buscar un orden a lo desordenado y robárselo al azar.
Buscar una utilidad a lo que otras personas consideran deshechos, haciendo un análisis de la obsolescencia de todo lo que nos acompaña nuestro día a día, desde ropa, muebles, televisores… Remitir al reciclaje y reiterar en el acto de deshacernos de objetos que aun pueden poseer alguna utilidad.

Inspirándome irremediablemente en la película-reportaje de Agnes Varda, Los espigadores y la espigadora, del año 2000, llegué a comprender, que el hecho de recoger del suelo, o rebuscar en la basura puede ser, en sí mismo, un acto de amor, un descubrimiento, un recuentro, un acto revolucionario, o una celebración de la vida. Convertir lo que otras personas puedan considerar un desperdicio, un desecho, en alimento, en herramienta o una obra de arte.
Se revela así un sinsentido de la sociedad de consumo en la que habitamos a duras penas, y simboliza la fuerza de la imaginación y una resistencia al sistema digna de destacar.
Esta película, obra de culto para muchos, y gran resurgimiento de Varda, la puso a la cabeza de toda una nueva generación cuando ya contaba 72 años de edad. Su mente vivaz teje este ameno e ingenioso tapiz en el que demuestra, a partir de la metáfora de los espigadores (los que recogían las espigas sobrantes tras la cosecha de trigo) que con retazos dispares, recortes y sobrantes se puede elaborar los más bellos tapices. 
Mi trabajo comenzó al encontrarme de lleno en una zona de un polígono industrial completamente abandonado; allí a base de una serie de pequeños objetos, primero pequeños, y cada vez más grandes surgió la idea. En un principio espigue solo los objetos más pequeños, pomos, llaveros, chapas, llaves, como curiosidad por pertenecer a otra época anterior a la mía. No mucho más tarde, empecé a recoger cajones, cajas, cuadernos, tableros, y al poco incluso armarios y televisores.

“El encuentro ocurre en la calle, el objeto me hace señas para que lo coja, ya que pertenece a ella en cierto modo…” 
Los espigadores y la espigadora.
Agnes Varda.








Decidí llevar, al tiempo que espigaba y recolectaba, una especie de cuaderno/dossier de artista, incluyendo fotografías del sitio, el ambiente, los objetos, y un estudio más detallado por medio de dibujos. 
Una vez comenzado el cuaderno, empecé a abocetar posibles combinaciones entre los objetos que ahora poseía, centrándome sobre todo en el montaje de una mueble, en el que pudiera colocar los objetos más pequeños, a modo de vitrina de exposiciones.